jueves, 17 de febrero de 2022

Gatos


 








Desde que tengo uso de memoria,

los gatos han sido parte de mi vida.

De ellos aprendí a dormir tranquilo.

A gustar del silencio.

Recuerdo el gato gris trepado sobre el árbol.

La gata amamantando sus cachorros.

 

Guardo un recuerdo de mi madre,

con sus gritos reprochando a una vecina.

Aquella gata, con el cuello roto,

estrangulada, con las hojas de la puerta.

Y comprobé aquello de las siete vidas.

 

Nunca hay que subestimar su inteligencia.

Viven al día, sin mayor preocupación.

Salvo en los casos que son abandonados,

a su suerte.

 

A veces la pasan mal.

Deambulan en busca de un insecto.

Aprovechan el descuido de una paloma.

Padecen sed y golpes de calor.

Y con paciencia esperan a que la suerte cambie.

 

Aún famélicos, conservan la gracia.

Y el orgullo felino.

Sus ojos redondos.

Su silencioso andar.

Su ronroneo de esperanza.

 

A veces deciden conquistar a una persona.

Sonríen, ruedan de un lado a otro.

Dilatan sus pupilas.

Ocultan el dolor de sus heridas.

Y con serenidad esperan a que cambie el tiempo.

 

Por eso los gatos merecen mi respeto.

Me acompañan en silencio.

Me siguen con sus cojinetes silenciosos.

Y yo a veces me sueño.

Convertido en un guepardo.


17-02-2022



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