Ella me dice, y se lamenta.
Que sus ojos han envejecido.
¡Mira las comisuras de mi boca!
¡Mira estas manos!
Mi piel no es como ayer.
Y de reojo, la observo a través del espejo.
Sostiene un cepillo de rímel.
Medio a prisa riza sus pestañas.
Mueve de un lado a otro la cabeza.
Manda sus pupilas a una esquina.
Parpadea con rapidez.
Guarda silencio.
Suelta el rímel y toma un lápiz labial.
Como artista, traza dos líneas.
Una cóncava, otra convexa.
Mantiene los labios abiertos y repasa.
Los comprime sobre un pedazo de papel.
Y sonríe al espejo.
Ahora, sostiene una paleta de colores.
Y hace un lienzo de su piel.
Luces, tonos, matices y sombras.
Hace un paisaje de su rostro.
Interrumpo el silencio y digo
¡Que va! Tus ojos se han vuelto majestuosos.
Y ese tu perfil.
Espero las mañanas para ver tus ojos.
Voltea y me hace un gesto de fingido enojo.
Y le nace una sonrisa, hacia dentro.
De esas que no puedo describir.
Se acerca y me gano un beso.
Satisfecha busca mis ojos.
Nuestros ojos conversan.
Nuestras manos conversan.
Nuestro silencio, conversa.
Es un buen día
Estamos aquí
Ahora canta.